Publicado el 1 de julio de 2013
"Diario Norte: 45 años siguiendo
de cerca la gestión de aguas en el Chaco"
La palabra rival proviene
del latín “rivalis”, que se utilizaba para designar a las personas que vivían
en las márgenes de un río y tenían derecho a usar sus aguas. O sea, el término
que utilizamos para identificar personas en conflicto tiene su origen en el
agua… Es que manejar el agua es manejar conflictos (o potenciales conflictos).
Esto es especialmente aplicable en el Chaco, ubicado en la llanura
Chaco-Pampeana, que es muy vulnerable a inundaciones fluviales, pluviales y
también a sequías intensas. En
nuestra provincia, el agua faltó o sobró, al punto que lo que mucha gente entiende
como una situación normal, para los chaqueños siempre fue una cuestión de
simple promedio aritmético.
Diario Norte nació pocos meses después de aquella gran inundación de
1966, que puso en jaque a la ciudad de Resistencia, que comenzaba a perfilarse
como una de las grandes capitales del nordeste argentino, junto con Corrientes,
con la que, en muy pocos años más, estaría unida por el puente Gral. Belgrano.
Por aquel entonces –hace 45 años atrás-, en la muy joven provincia, los
ciclos de inundaciones y sequías todavía no impactaban dramáticamente en su
población y es por eso que la gestión de sus aguas se realizaba de forma
bastante desarticulada, con una visión que era la antítesis de la consigna
actual, que es la gestión integral e integrada de los recursos hídricos.
Vialidad hacía rutas y mantenía los caminos de la red terciaria, pero la
adecuación hídrica de esas vías era, ciertamente, un problema sin una solución del
todo adecuada; por su parte, Obras Públicas contaba con un organismo que construía
obras hidráulicas. El Ministerio de Agricultura y Ganadería también tenía su Dirección
de Aguas, que ejecutaba y mantenía canales. En fin, la mayoría de los ministerios
se ocupaban de algún tema hídrico o hidráulico, pero con una mirada parcial y
una visión sectorial.
Más tarde, con la aparición de las Comisiones de Manejo de Agua y Suelo
–las COMAS- se intentó coordinar el manejo de las aguas en el interior
productivo, pero muy pronto se politizaron y los resultados no fueron los
esperados. Se hacía necesario (imperioso) contar con un Código de Aguas y un
organismo responsable de su aplicación. A fines de 1986 el Boletín Oficial
publicó el Código de Aguas de la Provincia del Chaco – Ley 3.230 y más tarde,
en 1990, nace el Instituto Provincial del Agua del Chaco – IPACH.
En la modificación de la Constitución Nacional de 1994 se dejó
establecido que los recursos hídricos son de propiedad y, por lo tanto,
responsabilidad indelegable de los estados provinciales. Por su parte, la
Constitución Provincial, modificada también ese año, menciona expresamente en
su artículo 50º a “un organismo ejecutor”, que centralice la regulación,
proyecto y ejecución de planes hídricos; como consecuencia, en 1995 se creó la
Administración Provincial del Agua – APA, que hoy es el máximo órgano
responsable de la gestión de nuestros recursos hídricos.
Durante los últimos 45 años, el tema agua fue tema de tapa de diario
Norte en innumerables ocasiones.
Las inundaciones en el Área
Metropolitana del Gran Resistencia: El Niño
La inundación de 1966 pasó, se reconstruyó todo lo que fue dañado por
ella y Resistencia, Puerto Barranqueras y Puerto Vilelas retomaron sus vidas. Esa
inundación y el resto de las más importantes que afectaron al Chaco estuvieron
asociadas a una fase cálida del fenómeno El Niño.
En julio de 1968 aparecía la primera edición de diario Norte. Algunos
picos de crecida del río Paraná advirtieron sobre la necesidad de contar con
una obra de control en la desembocadura del río Negro para evitar que el Paraná
con aguas altas invadiese el Área Metropolitana, entrando por ese río. Fue así
que se decidió la construcción de aquella tristemente recordada obra –el
“dique”-, que colapsó en el invierno de 1982 (una serie de errores políticos y
técnicos, a lo que se sumó la inexperiencia en este tipo de cuestiones,
confluyeron para malograr la estructura recientemente ejecutada e inaugurada en
1980), durante una crecida que preanunció la inundación más importante que
sufrió el Área Metropolitana del Gran Resistencia durante todo el siglo 20,
entre octubre de 1982 y septiembre de 1983.
La estrategia que se adoptó en esa oportunidad fue la construcción de un
cinturón perimetral de tierra (mejor dicho, de barro, pues la lluvia permanente
y persistente acompañó las primeras semanas de la emergencia), rodeando las
ciudades de Resistencia, Puerto Barranqueras y Puerto Vilelas.
Las fuerzas políticas, que comenzaban a organizarse, congregadas en la
denominada “Multipartidaria”, reclamaron al gobierno de entonces la
conformación de un organismo que se encargue de pensar y proyectar un sistema
de defensas “definitivas” del área metropolitana de la ciudad capital de la
provincia del Chaco. Ese organismo fue el Plan de Defensas del Gran
Resistencia.
Desde entonces, todos los gobiernos que se sucedieron hicieron su aporte
a la concreción del sistema de defensas contra inundaciones que hoy está
operativo y en condiciones de dar una respuesta eficaz en caso que el destino
nos depare otra gran inundación. (Éste es un buen ejemplo de un tema que las
fuerzas políticas y los gobiernos tomaron como política de estado.)
Las sequías: La Niña
Así como la última década del siglo 20 estuvo signada por las
inundaciones (la última fue la de 1998), el inicio del tercer milenio vino de
la mano de sequías muy duras, vinculadas a una fase fría del fenómeno El Niño,
más conocida como “La Niña”.
La sequía es, lisa y llanamente, la falta de precipitaciones. A las
sequías se la suele clasificar en cuatro tipos: a) meteorológicas: cuando en un
punto del espacio llueve menos que el promedio; b) agropecuarias: cuando
afectan al agro y a la ganadería; c) hidrológicas: cuando afectan las reservas
superficiales y subsuperficiales de agua; y d) sociológicas: las que afectan a
comunidades enteras. Las sequías que afectaron y afectan al Chaco en lo que va
del siglo 21 califican en los 4 tipos. Para encontrar un antecedente similar
habría que retroceder al año 1924, según un estudio del INTA.
En el año 2005 la situación fue tan dramática en el interior provincial
que, por ejemplo en la ciudad de Juan José Castelli se agotaron todas las
fuentes de agua superficiales en 50 km a la redonda. Ello motivó que en esa
oportunidad se montara un esquema logístico inédito para transportar
diariamente 1,2 millones de litros de agua cruda, captada en Puerto Lavalle,
del río Bermejo, para abastecer la planta de tratamiento de la Cooperativa de
Servicios Públicos “Gregorio Portillo”, responsable de la provisión de agua
potable en esa ciudad.
Esta situación dramática, que acaparó varias tapas de Norte, motivó que
se retomen los estudios técnicos de nuevos acueductos, la repotenciación del
que abastece a Presidencia Roque Sáenz Peña y Villa Ángela, al mismo tiempo que
se redoblen las acciones políticas para concretar el segundo gran acueducto
para abastecer al interior provincial.
Bajos Submeridionales
Los Bajos Submeridionales son una región extensa (de aproximadamente
55.000 km2) que se desarrolla en el sudoeste del Chaco, noroeste de
Santa Fe y centro oeste de Santiago del Estero. Son tierras relativamente bajas,
que siguen una dirección levemente sesgada respecto a la de los meridianos; una
dirección “submeridional”.
La historia de las obras conocidas con este nombre se remonta al año
1973, cuando a partir de una gran inundación provocada por lluvias, los
gobernadores de las tres provincias acordaron realizar un “Estudio Integral de
la Región de los Bajos Submeridionales”. Más tarde, con el financiamiento del
Consejo Federal de Inversiones – CFI, se crearon unidades ejecutoras en las
tres provincias.
A partir de las experiencias y conocimientos adquiridos con la
inundación regional de 1981 se diseñaron una serie de obras hidroviales, que se
agruparon en tres “líneas”: Línea Tapenagá (en el Chaco), Línea Paraná (Chaco y
Santa Fe) y Línea Golondrina (Santa Fe).
En 1985 se realizó la primera licitación, que preveía la ejecución de las
obras con fondos del gobierno de Italia, licitación que luego se frustró por
problemas en la economía de ese país. La segunda licitación se realizó en 1991,
pero también fracasó.
A partir de 1992 se comenzó a evaluar la posibilidad de incorporar el
proyecto al Programa de Servicios Agrícolas Provinciales – PROSAP (que es el
instrumento de inversión pública del Ministerio de Agricultura, Ganadería y
Pesca de la Nación). A mediados del año 2004 comenzó la ejecución de las obras
de las Líneas Tapenagá y Paraná (la Línea Golondrina quedó pospuesta
indefinidamente), con financiamiento del Banco Mundial, obras tantas veces
postergadas.
Esos sistemas de canales y caminos-canales permitirían crear las
condiciones para desarrollar a pleno un proyecto productivo que planteaba
reactivar la parte chaqueña y santafesina de los Bajos Submeridionales. En el
diseño de esas obras se tuvieron en cuenta conceptos novedosos de “manejo del
agua”, que iban mucho más allá de apenas sacar los excesos, de lo que se
beneficiarían áreas con muchos años de postergaciones, como por ejemplo la
Colonia Aborigen, localizada en cercanías de la ciudad de Quitilipi.
Un aspecto inédito de este emprendimiento fue la propuesta de
conformación de Comités de Cuenca, que tendrían a su cargo la operación y
mantenimiento del sistema, con la supervisión de la APA y de los organismos homólogos
de la Provincia de Santa Fe.
Los acueductos
A fines de la década de los años 70 se construyó el primer gran
acueducto en la provincia, todavía operativo, que toma agua del riacho
Barranqueras (un brazo del río Paraná), la que es luego potabilizada en una
planta ubicada en Puerto Barranqueras y posteriormente transportada hasta Presidencia Roque Sáenz Peña y Villa
Ángela, abasteciendo también a otras ciudades ubicadas a lo largo de las rutas
nacionales Nº16 y Nº95. El impacto de este acueducto fue enorme, pues impulsó el
rápido crecimiento urbano de esas ciudades y, por supuesto, diario Norte
acompañó el desarrollo de la obra.
Como consecuencia, comenzó a instalarse la idea que muy pronto sería
imperioso pensar en un segundo acueducto, sobre todo teniendo en cuenta que más
de la mitad de la población del Chaco no contaba con un abastecimiento de agua
que reuniese condiciones de regularidad, cantidad y calidad.
A fines del siglo 20 se suscribió con la Nación el primer convenio para
construir el segundo acueducto y poco tiempo más tarde, por el decreto
provincial N°1443/00, se creó la Unidad Ejecutora del Acueducto – UEDA.
Durante el actual gobierno provincial se ejecutaron obras para
repotenciar el actual acueducto y comenzó el tendido de cañerías del segundo, que
también tomará agua del río Paraná y, con suerte, estará finalizado y operativo
en pocos años más.
El Bermejo y la COREBE
La cuenca del río Bermejo abarca el sur de Bolivia y norte de Argentina,
concretamente las provincias de Jujuy, Salta, Formosa y Chaco.
Las ideas sobre hacerlo navegable vienen desde los comienzos de nuestra
patria, realizándose los primeros estudios específicos a inicios del siglo 20.
Más tarde, en los años 50, el Almirante Gregorio Portillo presentó un proyecto
amplio y ambicioso, pero que, como consecuencia del paso del tiempo y del
mejoramiento de la información sobre la cuenca, quedó desactualizado.
En el año 1981 se creó la Comisión Regional del Río Bermejo – COREBE,
por acuerdo de los gobernadores de Salta, Jujuy, Formosa, Chaco, Santiago del
Estero y Santa Fe (estas dos últimas provincias se incorporaron como potenciales
beneficiarios del aprovechamiento del río), acuerdo que luego fue ratificado por
ley nacional. Se había establecido como objetivo del organismo determinar y
coordinar las acciones necesarias para el aprovechamiento integral, racional y
múltiple de las aguas de la cuenca del río Bermejo. Hoy, la COREBE tiene su
sede en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña.
Durante sus primeros diez años de vida se hizo bastante poco de lo
planteado, hasta que, a inicios de la década de los 90 se puso en marcha el
Sistema de Información Hidrológica de la Cuenca del Río Bermejo. Más tarde, con
financiamiento del Fondo para el Medioambiente Mundial, se desarrolló el
Programa Estratégico de Acción para el Desarrollo de la Cuenca Binacional del
Río Bermejo – PEA, que fue implementado por la Comisión Binacional para el
Desarrollo de la Alta Cuenca del Río Bermejo y el Río Grande de Tarija –
COBINABE. Con este último programa se realizaron algunas obras y algunos
estudios, los más trascendentes referidos a los aprovechamientos Las Pavas,
Arrazayal y Cambarí.
Más allá de lo hecho y los litros de tinta utilizados en decenas de informes,
un plan estratégico de desarrollo integral de la cuenca es, todavía, una
asignatura pendiente, como lo indicara Norte en varias de sus editoriales.
A modo de epílogo
La gestión de recursos hídricos es una tarea
analítica y creativa, que tiene por objetivo final promover el uso, control y
preservación de estos recursos. Es un proceso que consta de tres etapas
bastante diferenciadas: 1) definición de una política de aguas; 2) elaboración
de planes directores (de uso, de control o de conservación) y 3)
gerenciamiento.
Es necesario que las decisiones en la
definición de políticas de recursos hídricos y de los planes de acción a seguir
surjan de una negociación social, donde todos los afectados e interesados estén
representados. El objeto de esta negociación no debería ser diluir
responsabilidades, sino aunar criterios y así dar legitimidad a este proceso.
Mucho se ha hecho en los últimos 45 años en el
Chaco en materia de gestión de recursos hídricos. Pero ésta es una tarea dinámica,
que no acaba nunca y que no debe paralizarse en ningún momento. En ella, todos
los chaqueños tenemos el compromiso moral y social de ayudar. Pues, cuando el
asunto es el agua, nadie debe, simplemente, lavarse las manos.
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